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El Guasón vs. Aquiles

Una #historia corta refrescante donde mis 2 grandes favoritos del #cine se enfrentan cara a cara en una situación sin precedentes. Perfecta para un descanso de 5 minutos.

¿Quién vencerá? Averígualo y deja tus comentarios a continuación!

Una nueva entrega en donde el bien y el mal se vuelven a enfrentar para saciar la sed de venganza que ha dejado un largo camino de amarguras.

Se trata del reencuentro entre el Guasón, un sociópata siniestro que ahora se dedica a trabajar como mercenario para el mejor postor, capaz de matar a su víctima de risa – literalmente; y el héroe troyano, hombre de familia, considerado como el más fuerte, veloz y guapo guerrero de su pueblo: Aquiles.

El Guasón y su gente pronto lamentarán de haber dejado un cabo suelto durante una de sus muchas fechorías.

Este terrible asesino se encargaba de acabar con todo aquel que intentará atravesar los campos de maíz qué debía proteger, evitando a toda costa que examinaran la cosecha. Pero no contaba con que una noche se enfrentaría a un hombre invencible con un motivo inquebrantable.

Aquiles anhela ponerle fin de una vez por todas a la estela de sufrimiento que va dejando el Guasón en cada pueblo por el que pasa, y resarcirse además por su propio desconsuelo en una batalla campal.


Aquiles estaba entrando en un terreno peligroso. Quería enfrentarse al villano más fuerte hasta ahora conocido por el hombre. Sólo las fábulas se atrevían a hablar de semejante monstruo. El Guasón. Aquiles quería acabar con este alimentador de cuervos. La cantidad de pueblos que ha atormentado es enorme. Aquiles quería tomar su arma y acribillar a este villano. Pero no sería una tarea fácil. Muchos lo han intentado, ninguno lo ha logrado… hasta ahora.

Antes de que estos semidioses se enfrentaran, hubo una guerra. En esa guerra, el Guasón se apoderó de todo lo que pertenecía a Aquiles. Asesinó a su esposa, y ejecutó a sus dos hijas. Le mostraba todo lo que había logrado al matar a su familia. Pero Aquiles estaba indefenso, atado y lo daban por muerto.

Poco sabían el Guasón y sus secuaces que hubo personas que vieron lo que había pasado, y ayudaron a Aquiles después de que ellos se fueran. Aquiles estaba destrozado por dentro. Dejó que el mar salado saliera de sus ojos. Mantuvo una cara seria frente a sus adversarios, pero se habían ido y allí lamentó su pérdida. Y se lamentaba por los que le arrebataron a su familia. Pronto tomaría el camino de la venganza.

Aquiles sabía que El Guasón era un mercenario y tomaba los trabajos más rentables. Había empezado a investigar sobre su paradero. Pero sólo los que dormían a causa de la espada sabían dónde estaba y qué hacía. Así que Aquiles decidió que algunas personas del inframundo conocieran su espada, pues era la única manera de hacerles hablar. Finalmente, un hombre asustado le dio a Aquiles alguna información.

Tras hallar una nueva pista, Aquiles viajó una gran distancia. Encontró el rastro del Guasón…. no era un lugar cualquiera. Era un palacio. Parecía que el Guasón trabajaba para un hombre rico y poderoso. Aquiles había estado hablando con una empleada y ella le dijo que El Guasón había sido contratado para eliminar a cualquiera que se metiera en un campo de maíz. Al principio sonó extraño, pero ella le comentó que muchos de los competidores de ese hombre rico y poderoso querían examinar el laberinto de maíz.

Aquiles supo qué hacer de inmediato. Le preguntó a la muchacha cuál de los competidores lo odiaba más. Ella con gusto respondió lo que le preguntaron. Entonces, Aquiles corrió hacia ese hombre y le dijo lo que haría el Guasón. El hombre se asustó, pero Aquiles tenía una idea: le sugirió que lo dejara ir por él.

El hombre, que nunca había oído hablar de Aquiles, no quería que un extraño entrara en la guarida de la serpiente. Pero con un poco más de presión quedó convencido.

A Aquiles se le dio ropa muy cara para que su disfraz no se estropeara. Sus prendas limitaban su movimiento, pero eso no importaba. Todo lo que tenía que hacer era asestarle su arma al villano y su venganza estaría completa.

Había más ricos en el grupo al que Aquiles fue asignado, pero eran más jóvenes y más tontos. Podía ver por qué el Guasón había sido contratado para acabar con ellos. No obstante, tenía un trabajo que hacer y una tarea que le quitaba muchas ilusiones.

La exposición del laberinto era de noche y sólo dos guardias que protegían al grupo tenían linternas y estoques de tamaño medio. No ayudarían en absoluto. Pero de repente se oyó un grito fuerte y claro en el aire… todos se quedaron petrificados. Luego el silencio. De repente hubo risas, muchas. Aquiles sabía que no quedaba mucho tiempo para que el Guasón apareciera. Su método de ejecución característico era matar a través del veneno, un veneno que provocaba risas hasta que terminaba su trabajo… y era cien por ciento preciso.

Los guardias parecían sorprendidos al principio, pero luego se quitaron la careta. A todos les inquietaba, menos a Aquiles. Él sabía quiénes eran esas personas. Eran los secuaces del Guasón. Inmediatamente se dirigió al que parecía más lento y débil y tomó su estoque y lo apuñaló justo en el estómago. La comida de la noche emanaba lentamente como si no tuviera cabida en el mundo exterior. Entonces el segundo esbirro corrió hacia Aquiles y le golpeó con la culata de la espada, mientras Aquiles lo esquivaba y le asestaba un tajo en el brazo, desgarrándolo por la mitad, justo donde solía estar el codo.

Aquiles pudo distinguir al Guasón. Entonces se deshizo del grupo, muy a su pesar. Corrió zigzagueando por el laberinto hasta que por fin llegó al centro. Había una sombra… él sabía quién era, podía notarlo. Era el Guasón

El Guasón estaba a punto de decir algo, pero a Aquiles no le importó. Le lanzó el estoque y corrió a toda velocidad. El Guasón esquivó fácilmente y sacó su arma favorita: un gato de nueve colas. Lo azotó contra Aquiles; la primera vez sólo demostraba la gran diferencia que había entre ellos. Siguió exhibiendo sus habilidades con este látigo hasta que Aquiles se cansó. Agarró un tallo de maíz y corrió hacia el Guasón. El Guasón pensó que era un insensato y lo azotó con la intención de cortarle la cabeza, pero Aquiles salta hacia atrás y utiliza el tallo de maíz como sustituto y el látigo atrapa el tallo de maíz. El Guasón queda desconcertado e inmediatamente saca un estoque.

Aquiles se limita a sonreír tontamente. Su peor enemigo decide luchar contra él en un combate cuerpo a cuerpo, su especialidad. Ambos se abalanzan sobre el otro, sin querer ceder la ventaja. Aquiles llevaba tiempo luchando sin armas. Pero no lo parecía. Siguió empujando al Guasón una y otra vez hasta que éste apuñaló a Aquiles justo encima de su corazón. Aquiles no tarda en agarrar al Guasón y romperle el cuello.

Aquiles lo había logrado. Había derrotado a su enemigo, pero se encontraba herido de muerte. No tenía a nadie a quien pasar su legado. Su familia fue asesinada y su venganza fue cumplida. Podía morir en paz. Quería transmitir la historia, pero estaba demasiado herido como para levantarse y tratar de encontrar la manera de salir del laberinto. Entonces decidió escribir con un tallo de maíz esta historia en la tierra, con la esperanza de que alguna generación futura recibiera el mensaje.

Aquiles pasó al reino del Hades tan pronto como terminó de escribir su historia. Algunos sus seguidores dejó atrás encontraron su cuerpo, el del Guasón y la historia que dejó. Y le contaron al mundo cómo Aquiles libró al mundo del mayor de los males a un alto precio.


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