Siendo sinceros, a nadie le gusta equivocarse, o perder. Desde que tenemos uso de razón, ambas nos dan una sensación de fracaso. Sentimos incomodidad, nos preocupa cómo nos miren, como si lleváramos un cartel con la palabra “tonto” en la frente. ¿No es así?
Pues hoy he venido a demostrarte que meter la pata no siempre es algo malo. Si bien todos queremos saborear el éxito, un error implica que al menos algo se está intentando lograr. Y mejor aún, hay mucho que se puede aprender.
Rompamos juntos los estigmas que rodean las equivocaciones, aprendamos a enfrentar las nuestras y a ayudar a quienes están a nuestro alrededor a que noten sus faltas de la mejor manera posible. Vamos de la mano a alcanzar la cima del éxito.
¿Por qué nos cuesta tanto reconocer los errores?
“Si es evidente para todos que has cometido un error, ser obstinado le muestra a la gente una debilidad de carácter, en vez de una fortaleza”.
– Tyler Okimoto, investigador y autor de un estudio sobre pedir perdón
Aunque sea bienintencionada, recibir una crítica es como recibir un golpe, no es algo que nadie disfrute o espere. Resulta desagradable oír de boca de alguien más que lo que hacemos no está del todo bien. Alguna de las razones de esta gran dificultad incluyen:
- Somos obstinados: Nos aferramos a nuestras creencias, por caducadas que estén, o a nuestro modo de hacer las cosas, a pesar de que existan otros más adecuados, actuales, sanos o inteligentes de hacerlas.
- Una personalidad perfeccionista, consciente o inconsciente, dificulta que se le dé cabida a una equivocación.
- La crianza y el afrontamiento del error. Si de pequeño, los padres, profesores o adultos a tu alrededor eran muy severos ante el error, se crece con un temor arraigado ante cualquier evento que pueda salir mal, dificultando su sano procesamiento.
Cometer errores no está mal
Muchas veces, no nos permitimos revisar en nuestro interior en busca de defectos por preferir mantener intacta nuestra autoestima. Sin embargo, este mecanismo de defensa surge de un enfoque incorrecto que nos lleva a creer que está mal equivocarse. Por el contrario, es un acto totalmente humano, por el cual todos hemos pasado en muchas, innumerables ocasiones. Y que no nos convierte en personas no dignas de amor o respeto, mucho menos malas.
Razones por las cuales equivocase puede ser bueno
Como todo depende del cristal con el que se mire, hoy les traigo el lado bueno de equivocarse:
1. Nos permite aprender
El error es la mejor forma de aprendizaje que haya existido jamás. Tanto así, que hay un método científico llamado “ensayo y error” que consiste en intentar múltiples veces una prueba, realizando ajustes revelados tras cada falla, hasta hallar la respuesta correcta. Y de eso se trata la vida: de encontrar datos reveladores en nuestros errores para permitirnos hacerlo mejor la próxima vez.
2. Trae consecuencias positivas inesperadas
Aunque no todo sea color de rosa al equivocarse, en ocasiones hay resultados inesperados que terminan siendo positivos. Un gran ejemplo está en grandes invenciones como el microondas, el marcapasos y los post-it, que surgieron de eventos muy alejados a tales finales felices.
3. Puede liberarnos para perseguir nuestras metas
“El único hombre que no comete errores es el hombre que nunca hace nada”.
– Theodore Roosevelt
Si bien el miedo a equivocarnos puede llegar a impedirnos probar cosas nuevas, aceptar que el error es una parte natural del proceso produce un efecto contrario. Nos abre las puertas para seguir lo que soñamos sin límites.
Cómo lidiar mejor con los errores
Señalar un error pareciera ser tan complicado como aceptarlo. Y nuestra capacidad en ambos roles dice mucho de nuestras habilidades emocionales. Por ejemplo, quien solo puede ver la conducta ajena es carente de empatía y respeto. Y quien solo ve fallas en sí mismo, se enfrenta a problemas de autoestima.
En cambio, aquellos capaces de identificar sus errores, de aceptarlos cuando se les recalcan con una actitud humilde y correctiva, y con facilidad para orientar a quien se desvía de su camino, son nuestros modelos a seguir.
Viendo mis fallas
Cuando alguien cercano no haga más que resaltar tus fallas, evita seguir su juego y actuar de forma vengativa. Rompe ese círculo vicioso con una actitud madura e inteligente, retándole con tu ejemplo a reconocer sus propias faltas, disculparse de ser necesario y arreglarlo.
Señalando las fallas ajenas
Una de las mejores maneras de ayudar a otra persona es señalar sus defectos. Pero, obviamente, no de forma grosera. Si tienes la necesidad de señalar el error de otra persona, nunca olvides hacerlo en una forma constructiva, amable, que le permita darse cuenta de lo sucedido, entenderlo y aprender. Si no estamos dispuestos a corregir los errores de los demás, dejamos que otro lo haga peor que nosotros.
Si encontramos fallos entre nosotros, podemos hacerlos notar para que se corrijan. Esto nos ayudará a aprovechar mejor el tiempo o, al menos, a perder menos tiempo haciendo otras tareas inútiles. Ponte en la posición de la otra persona y piensa: Si alguien más sabe la respuesta a mis problemas y sabe que estoy luchando con ellos, ¿por qué no me echaría una mano y me orientaría en la dirección correcta?
Asumir, corregir y seguir Adelante
Reconocer errores es un mal necesario con el que tenemos que aprender a vivir y aceptar de brazos abiertos si queremos que tanto uno mismo como quienes nos rodean podamos seguir creciendo. Escuchar, asumir nuestros errores y las responsabilidades que estos traen no solo nos ayuda a desarrollarnos como personas. A pesar de la dificultad de este paso, lograrlo implica ganar una existencia llena de paz y armonía.
Aprender de nuestros errores implica tener la sensación mental de que podemos crecer, o la creencia de que la inteligencia es algo en lo que podemos trabajar y desarrollar.
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